“La pérdida del alma” y el “hacer alma”.

Escuchamos mucho la palabra “alma” en nuestra época, ha sido un término adoptado como parte del lenguaje popular en las expresiones como: “hazlo con alma”, “tiene un alma muy linda”, “sigue por el camino del alma”, “eso no tiene alma” etc. Muchas veces me pregunto si las personas saben a qué concepto se refieren cuando hablan del “alma”. En Alfaro y en El Jardín de los Símbolos lo utilizamos mucho y me encantaría poder amplificar desde qué perspectiva lo abordamos, ya que no hay un concepto que me parezca más preciso (y necesario) en esta época, porque es el alma quien nos devuelve la posibilidad de imaginar el mundo, la vida, las relaciones y las experiencias. 

James Hillman, psicólogo y creador de la escuela arquetipal, propone que el alma no es una entidad física o un lugar, sino una perspectiva desde la cual se observa y se experimenta el mundo. Entonces, hacer alma es el arte sagrado de vivir, de cuidar, de sostener vínculos, el trabajo, las relaciones y la vida cotidiana. Thomas Moore, en su libro “el cuidado del alma” nos dice: cuando se la descuida, el alma no se ve precisamente, sino que se manifiesta en forma de obsesiones, adicciones, violencia y pérdida de sentido” p. 11

Hoy estamos atravesando una época con los mayores índices de diagnósticos en salud mental y enfermedades físicas que cada vez rompen récord histórico. Si analizamos con detenimiento este fenómeno, podríamos ver que aunque estamos cada vez más hiperconectados gracias a la tecnología, estamos cada vez más solos, desconectados del camino propio y sintiendo que el mundo demanda demasiado de nosotros, sin nisiquiera poder alcanzar las expectativas sociales. 

Sin embargo, yo me pregunto ¿por qué se nos ha olvidado que la sabiduría del alma es innata para cada ser humano? Entregamos la responsabilidad de nuestra vida a los demás, sin ni siquiera cuestionarnos lo que vemos, escuchamos, pensamos y sentimos. Delegamos algo tan importante como el “cuidado del alma” a las modas en redes sociales, a los profesionales “que saben más que nosotros”, a los grupos sociales y se nos está olvidando pensar de forma crítica y clara lo que se nos ha venido imponiendo.

Ahora más que nunca necesitamos poner el alma en el centro mismo de nuestra vida. Hacernos responsables de este arte implica no olvidar la dimensión espiritual como una parte importante de nuestra vida cotidiana. Implica no olvidar que el afecto, el amor, la comunidad y la comunicación con el mundo emocional son esferas de vital importancia para recuperar la relación con el alma.

La perfección nos aleja del cuidado del alma. Porque la perfección responde a los estándares esperados por el entorno en el que nos desenvolvemos. Cuando dejamos de vivir para nosotras y renunciamos a lo que sentimos propio, nos volcamos hacia el camino de los demás, olvidando que nuestra alma es misteriosa y que para cuidar de ella debemos emprender un camino artesanal, en donde la curiosidad sea la brújula para guiarnos. 
Hacer alma es cuidar lo que vemos, oímos, tocamos, sentimos y observar cómo nutrimos nuestra vida con imágenes, símbolos y, sobre todo, con imaginación. Ahí es donde reside la posibilidad. Imaginar no como una forma de escapar de la realidad, sino, como una manera de re-encantar el mundo. Todo lo que conocemos hoy, algún día fue parte de la imaginación. Tal vez lo que empecemos a imaginar ahora, será nuestra realidad en unos meses, años o siglos.

En Alfaro imaginamos relaciones profundas, conversaciones nutritivas y encuentros inspiradores que alimenten nuestros imaginarios simbólicos.

Compártelo: